El primer libro que leí de Rosa Montero fue La loca de la casa; después vinieron otros. Aquella novela me marcó bastante: la narrativa, la historia, qué había de realidad y ficción entre todas aquellas palabras, entre todas quellas frases tan bien construidas. Si me preguntan si es la mejor obra de la autora, casi seguro contestaría que no, aunque siempre diré que es mi preferida. Conocer a una autora es pasear por sus novelas como quien pasea por una ciudad desconocida. No perder detalle, no dejar nada sin visitar, observar lo que se ve y hasta lo que no. Eso es muy sencillo con Rosa Montero, y no solo porque sus novelas te dejan tocada sino porque ella se abre por dentro; se desgarra, diría mejor. Se expone en conversaciones con lectores, con encuentros mensuales (semanales cuando nos confinaron), con columnas.
Sí, se ve, me gusta la narrativa de Rosa Montero, o quizá me gusta lo que ella misma transmite, lo que ella regala cuando explica cómo creó una obra, cómo imaginó una historia, cómo dejó guardado un texto que no pudo ser.
Y si escribo estas líneas es porque durante estos meses en los que las ausencias se nos hicieron eternas, hubo una novela que formó parte de esos encuentros con la autora, hubo preguntas, confesiones y mucha emoción. Ahora ha cobrado vida. La buena suerte (editada por Alfaguara) está ya disponible en librerías desde hace unos días. Solo espero, porque hay personas que se lo merecen, que la buena suerte le llegué también a este texto.
Si todavía no conocéis a la autora (o no conocéis su obra) podéis leer esta entrevista que le hizo Raquel Peláez para El País.
https://elpais.com/revista-de-verano/2020-08-30/rosa-montero-tengo-una-sopa-quimica-muy-potente.html
O también este próximo sábado acceder a la presentación de su novela. Será a las 19h. en su página de Facebook.
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