Diosas. A veces ser diosa no es sinónimo de divinidad; a veces una diosa es tu madre, esa que decidió trabajar, y ser humana; a veces una diosa es una mujer, que necesita de un disfraz para pasar un día cualquiera, aunque tenga en el armario un vestido de fiesta, unas pestañas y unos zapatos de tacón hermosos. Ser diosa es decidir no ser madre, porque la vida lo trajo así, o porque lo elegiste en libertad, o porque ese embrión no llegó a formarse. Ser diosa es querer ser libre, sin que nadie decida por ti; ser diosa es tomar la decisión de dejarlo casi todo y empezar de nuevo. Ser diosa es ser una adolescente en tiempos de pandemia y seguir sonriendo, seguir bailando.
Diosas es todo esto, y también la propuesta teatral de Jerónimo Cornelles. Sincera, amable, sentimental, divertida… dura, en muchos momentos. Retratos de mujeres, de edades diferentes, de vidas alejadas, pero unidas en ese instante por la necesidad de compartir, por las ganas de contar, de transmitir, de sentir, todas juntas.
Una minúscula escenografía, no necesita más, ¿para qué? Aquí lo importante es escuchar esas historias, las suyas, que también son las de muchas mujeres: silenciadas, amadas, solas, acompañadas, felices, sinceras. ¿Actrices? Algunas; otras no. Otras solo mujeres, o la madre de un hijo que hace teatro, o la hija de una actriz, o una madre que fue actriz.
Unas luces tenues las acompañan, como esos colores que envuelven sus historias: algunas en blanco y negro, otras con colores que se apagan en la memoria, o esos que se desdibujan por el miedo a la pérdida; o aquel rojo, anaranjado, rosa, vivo, como la de esa adolescente que entiende más de lo que dice. O esa, única, fondo negro luz blanca, que ilumina a esa mujer que es, a esas que todavía no lo son, a las que tienen miedo de ser. Una música para celebrar, para bailar. Para saber que estamos, aunque haya momentos en los que ser diosa, o mujer, resulte complicado.
Gracias por una noche de Teatro... y de mujeres, y de hombres.
