HASTA EL 1 DE DICIEMBRE EN RAMBLETA
Lope de Vega, Guillem de Castro, Constança de Perellós. Valencia. La Olivera. 1590. Accedemos a la corrala, donde nos recibe una compañía ambulante. Cantos y magia. Una loa al espectador antes de que se adentre en un tiempo que no es el suyo. En un espacio que se convierte en corral de comedias, que te devuelve al siglo XVI, a nuestro Siglo de Oro, con todos los ingredientes de una comedia de capa y espada, de honor y enredo; quizá pareciera una que escribió nuestro Lope de Vega. Autor de entonces y de ahora.
1590 o 2024, el público no lo sabe, aunque su escenografía indique lo contrario. Pero díganme, ¿no es de 2024 el destierro por culpa de una creación literaria? ¿No es de hoy la diferencia de clases, la lucha por ser mujer y trabajadora? ¿Por tener los mismos derechos y las mismas posibilidades que un hombre? ¿Por poder pagar una vivienda? ¿No es de hoy que el rico es quien decide y el pobre quien acata o acepta las justas? ¿No es de 2024 el trabajo precario de dramaturgos y actores? ¿Y no es de hoy la escasez de papel porque su precio es imposible?
Todo resuena a pasado. Y a presente.
Anna Marí, Javier Sahuquillo y Daniel Tormo han rescatado a Lope, todo genio. Y a Guillem de Castro. Sus justas poéticas, jarana en un tiempo de bohemia, amores pasajeros. Todo con tiento y mesura, o no; también humor.
Pero en este drama (aunque diga ser comedia de capa y espada, que también las hay) ellas son las verdaderas protagonistas. Mujeres dramaturgas, luchadoras. Unas sueñan con ver sus obras representadas; otras, con ser actrices aunque vivan en la miseria. Las hay que no optaron al marido y al hogar, porque quisieron ser empresarias.
Constança de Perellós se transfigura en hombre para acceder a esa creación dramática que tanto anhela. Con la complicidad de Zaidia, su criada (que no es tal, pues se infiere en la obra que es morisca acaudalada), consigue que su texto sea leído y representado en un corral de comedias como el que esa noche tuvimos el placer de compartir.
Constança de Perellós. Y Jerónima Galés, primera impresora valenciana, mujer en un mundo de hombres. Y la Mastuerza, mendiga que quiere ser actriz, o actriz que ya mendiga.
Ellas.
Y el Agua de Valencia, tan metafórica y tan real en estos días. El agua de Valencia que todo lo arrastra, que obliga a la ciudad a levantarse. Después de un destierro, Lope se levanta. Después de una tragedia, la de Yapadú producciones, se alza esta comedia de capa y espada, porque solo queda soñar, reír y encarar el futuro, sea cual sea.
Valencia, su ciudad, su teatro de la Olivera, sus calles con fondas, risas y algazara, amoríos de una noche, su Academia de los Nocturnos, sus brazos abiertos para los desterrados.
Ella es, sin lugar a dudas, la verdadera protagonista. Ella y su agua. Agua de Valencia.
De la que brinda y la que duele.
De la que arrasa y alimenta.
Agua de Valencia, hasta el 1 de diciembre en Rambleta.
Gracias por devolvernos la sonrisa. Gracias por una noche de corralas, de teatro, de versos. De crítica mordaz.
Juego de luces y espadas. De cantos y versos con los que José Juan Sevilla, Sergio Villanueva, Rebeca Valls, Paloma Vidal, Raúl Lledó, Aina Gimeno y Marta Estal danzan. La música y el baile recuerdan que no es hoy, sino ayer. Aunque sigamos cantando sus versos, aunque su letra inunde el ahora. ¿Quién no ha conocido al poderoso caballero don Dinero? ¿Quién no?
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