Lecturas, afectos y conversaciones
- Roseta
- 6 may
- 1 Min. de lectura
Fin de la Feria del Libro de Valencia. Me quedo, como cada año, con esa mezcla de alegría, cansancio y gratitud que sólo los encuentros con lectores y lectoras puede provocar.
Durante estos días he firmado ejemplares, sí, pero sobre todo he conversado. He escuchado historias de quienes han leído Negra y Oscura y se han emocionado con los personajes. También de personas que, sin saber que compartíamos raíces, me abrazaron y lloraron pensando en nuestra historia, diferente, pero igual. He compartido un ratito de vida con quienes se asoman por primera vez a Te parecerá raro, y con quienes me han confesado que les cambió la forma de mirar el amor o la vida. He charlado con jóvenes que sueñan con escribir y con veteranos lectores que buscan nuevas voces. He tenido la suerte de caer en sus manos.
Me habéis confesado dolores como el que siente Helena Sabater, y eso que no nos conocíamos.
Y me habéis pedido bailar con Angélica mientras hacéis un Brindis por el desamor.
Esos encuentros —breves, intensos, llenos de humanidad— son lo que da sentido a todo esto. Porque escribir es, al final, una forma de compartir, de encontrar personas al otro lado; yeso, de verdad, es lo que me empuja a seguir creando.
Gracias por venir, por leer, por preguntar, por recomendar, por emocionaros conmigo, por recordarnos que la literatura es una conversación abierta.
Nos reencontramos en las páginas… o en la próxima feria.
Gracias infinitas por este regalo.
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