Gestando escritos

Hoy me he preguntado por esa novela, que ya es un poco vuestra. Cuánto tardaré en terminarla, si seré capaz de hilar esa parte central, que está en mi cabeza. Acabo de cerrar el año 36 y tenía unos cuantos capítulos sueltos para organizar dentro de la trama. Al echar un vistazo me he dado cuenta de que el final estaba escrito; que no necesita más. Pero quedan algunos años centrales y tengo miedo. Os preguntaréis por qué. Pues, porque como siempre me pasa, no soy quien escribe esta historia y me estoy temiendo lo peor. Aquello que yo deseaba contar dista mucho de lo que he contado. A mí me interesaba una familia, cinco personajes centrales, y sus vidas. Ahora, rememoro esos días en los que podía hablar con ellos e ir anotando algunas de las cosas que me susurraban al oído. La cuestión es que esos cinco protagonistas se han convertido en treinta. Sí, ya lo sé, culpa mía por dejar que los personajes tomen el mando. Por ser una “pirata exploradora”. No todos tienen el mismo peso, es cierto; pero todos forman parte del entramado de esta novela. Todos han querido ser partícipes de la narración. Y ahora no sé cómo dejarlos atrás. Bueno, de hecho, no quiero dejarlos atrás. Se vienen conmigo y con esta escritura que nos trae de cabeza. Eso sí, no voy a negar lo bien que nos lo estamos pasando (lo que lloramos y lo que sufrimos) mientras compartimos estos momentos.

Ojalá en unos meses (unos años), podáis conocer a estas personas que han invadido mi vida y sin las que ya no entiendo los días.