Verónica y Mario. Estos dos personajes, a mi parecer, son los que más viven la tragedia de Claudia y Dani. ¿El motivo? Ellos pensaban que los horrores les pasan a otros; quizá a aquellos que visitaron cuando jóvenes. Él, médico de profesión; ella, profesora. También madre, esposa, y novia, y hasta, en algunos momentos, quinceañera. Sonríe a la vida, porque le parece hermosa. Cree que ha tenido suerte y se lo agradece con su felicidad. Lo que ella todavía no sabe es que una tarde veraniega aprenderá lo que es el dolor, el sufrimiento, la pérdida. Lo que es la espera, el miedo y la inquietud.
Este personaje me trajo recuerdos de mi infancia. Quiero mucho a Verónica, aunque nunca antes supe quién era.
Y qué decir de Mario. Me gustó crear a este personaje. También sonríe mucho, pese a que es médico y ve demasiadas desgracias. Él ha tenido suerte. Una buena vida: una hija maravillosa, un buen trabajo y una mujer de la que está enamorado. De ella le gustan sus curvas, sus años y sus canas. La espera, una tarde veraniega, en la puerta del trabajo. Unos minutos más tarde, dejará de ser el Mario que os acabo de presentar para convertirse en un hombre triste, oscuro y extraño con sus desgracias.
Esta es la última entrada que dedico a los personajes de mi última novela, Te parecerá raro. Aunque hay otros, Agustín, el hijo de Paloma y Daniel; Tomás, el amigo de Dani; Adela y Silvia, las amigas de Claudia. Todos ellos forman parte de esta novela coral que escribí (comencé) durante la pandemia. Era extraño ver cómo el mundo se caía a trozos y yo podía evadirme escribiendo esta historia. Por eso siempre digo que es necesaria la escritura, más allá de si se hace o no profesionalmente. La escritura te salva. O al menos, a mí me salva. También leer, así que no dejéis de hacerlo.
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