Historias que crecen
- Roseta
- 3 jun
- 2 Min. de lectura
Hace cuatro años publiqué Te parecerá raro. Como todo lo que se escribe desde las entrañas, la solté con una mezcla de emoción y vértigo. Sabía que en el momento en que alguien la leyera, ya no sería solo mía. Pero no imaginaba hasta qué punto una historia puede transformarse con el tiempo, ni cómo puede encontrar nuevas voces en lugares inesperados.
Hoy he visitado un instituto de secundaria. Iba con la intención de compartir mi experiencia como autora, de hablar del proceso creativo, de la inspiración, de los personajes. Pero lo que ha ocurrido ha sido otra cosa mucho más potente.
Los alumnos y alumnas no solo habían leído mi novela: la habían habitado. Así que hemos hablado, y esto es lo más precioso, de sus emociones. Me han lanzado preguntas que nunca me habían hecho en una presentación. Me han señado detalles y me han contado qué protagonista les había gustado más. Qué curioso, Félix es uno de los preferidos. Un personaje que surgió así, sin pensarlo demasiado, pero que cobra mucha fuerza en la narración.
Ha sido un diálogo real, de los que sacuden. Hemos hablado de miedos, de dolor, de historias que, a veces, hasta terminan bien. De escenografías de novela, del proceso de escritura, de autoras que inspiran. Y hasta de cómo esta forma de narrar, de mostrar sin decir, con frases cortas y directas, narradores escondidos y diálogos ágiles les ha enganchado.
Dicen que la han disfrutado. No puedo estar más agradecida, pues eso significa que detrás de una historia, hay un mundo que habitamos muchas personas. Un lugar común por el que transitar de la mano.
En estas voces jóvenes he descubierto algo maravilloso: que las historias nunca están terminadas. Que se reescriben con cada lectura, y que a veces, en un aula cualquiera, una novela que parecía dormida puede volver a respirar.
Estos chicos y chicas me han recordado por qué escribo. Por qué cada palabra, aunque parezca perdida, puede encontrar su eco años después.
Y por qué, aunque no se hayan planteado, como otras personas especializadas, que por debajo de la historia hay un "estilo pendular" como "variante innovadora del estilo indirecto libre que consiste en pasar, sin marca tipográfica alguna, de la tercera a la primera persona y regresar a la tercera, pasando por usos ambiguos del pretérito imperfecto" han sabido entender a Claudia y Dani. A Paloma y Daniel. A Mario y Verónica. A Félix y Laura. Porque sus miradas, sus preguntas y el ímpetu son un regalo por el que merece la pena seguir escribiendo.
Si aún no has leído Te parecerá raro quizá este sea un buen momento. Porque sigue viva. Más que nunca.
Gracias por regalarme esta lección.
Gracias por devolverme mi historia transformada.
Te parecerá raro está esperándote.
Déjate llevar por una historia que, como todas las que importan, solo cobra sentido cuando alguien la escucha, la lee… y la hace suya.
Click aquí para hacerla tuya.
コメント