Cuando la vida te alcance
Helena recuperaba en su memoria aquel tiempo en el que estaba segura que la
felicidad era eso que sentía cuando era niña. Esa sensación que te hace
invencible, porque nada puede ir mal si tienes a tus abuelos en la casa, a tus padres contigo
riendo cada uno de los secretos; si tienes a tu hermano durmiendo en
la cama de al lado; si tienes a tus amigos a cada instante; si tienes una arena fría en la que
clavar tus pies justo cuando el sol comienza a levantarse.
Si existía eso, para Helena, el mundo era un lugar perfecto en el que habitar.
Sin embargo, ahora, tumbada en el sofá, se preguntaba dónde quedó aquella niña de pantalón de pana; dónde la felicidad de esa pequeña de coleta baja y ojos marrones que jugaba en la
arena de la playa, mientras Fifín la observaba de cerca... para que nadie pudiera arrebatarle a su pequeña.
